Siempre tuve el concepto de las fuentes de sodas como lugares oscuros, poco cálidos, que carecían de una buena cocina y parroquianos que solo consumían cervezas y comida rápida. Nada de eso hay en este lugar, por el contario.
Por: La gordita feliz
Una gran sorpresa me llevé caminando por el Barrio Italia. Entre sus calles encontré una casita roja que decía “Fuente Italia, la fuente del barrio”. Me pareció interesante. Entré por curiosidad y descubrí un mundo acogedor, con ambiente familiar y de muy buen gusto. Sentí que cada cosa estaba en su lugar. Punto a favor.
Me atendieron de forma muy amable y me recomendaron probar, primeramente, las empanadas. Así comencé con una “queso mechada”, que resultó ser un deleite para mi paladar, no solo por el gusto, sino por la abundancia de queso y de carne hilachenta que en pocos lados se encuentra.
Seguí por mi viaje gastronómico y de tentada, pedí un costillar con un puré rústico, que inmediatamente me llevó a la cocina de mis abuelos en el sur. Preparación a la media para un tremendo acierto.
Mientras comía veía pasar unos sándwich enormes y llenos de colores, pero la verdad, no podía más. Sentía que iba a explotar de satisfecha. Pero resolví volver en la misma semana y pedir uno de esos gigantes emparedados. Ordené una “Mechada Mía Pastora” y cuando veo al garzón con mi pedido, pensé que no sería capaz por lo abundante, pero ya no podía abortar misión. Tenía que ser valiente, y el esfuerzo valió la pena de sobremanera. Una delicia, que me permitió saborear la calidad de cada ingrediente por separado.
Con tantas maravillas culinarias en el lugar, decidí hacer un experimento: probar toda la carta.
Así han pasado crudos y tártaros con una buena cerveza helada, un salpicón (a la vieja escuela) con un reconfortante jugo natural 100% de frutas, una rica entraña (ojo), ensaladas, y uno que otro exquisito “sanguchito” acompañado de grandes y crujientes papas fritas. Si le queda espacio, una torta casera no viene nada de mal para endulzar el día (o la noche).
En definitiva, dicen que la curiosidad mató al gato, pero a mi simplemente me abrió el apetito. Gastronomía de primera, un lugar hogareño y pensado para que el visitante se sienta en casa, y una atención ágil y atenta, que hace que valga la pena caminar y encontrarse con estas estupendas sorpresas.
Dónde: Av. Condell 1694, Ñuñoa
Horarios: Lunes a jueves de 12:00 a 22:00 hrs. Viernes y sábados 12:00 a 23:00 hrs. Domingos 12:00 a 16:00 hrs.