Desde el 24 de mayo y hasta el 2 de junio se presenta en el Teatro de La Palabra el montaje “Casco Azul” con dirección de Antonio Altamirano y dramaturgia del uruguayo Santiago Sanguinetti.
La obra, protagonizada por Juan Pablo Miranda, Rodrigo Soto, Nicolás Zárate y Pablo Manzi, relata la vida de cuatro soldados chilenos que viajan a Haití en misión de paz. Entre posibles ataques zombis, muñecos vudú, lecturas de Hegel, apagones sorpresivos y cruceros de lujo que se acercan al área, harán todo lo que está a su alcance para resistir el levantamiento local armado que busca acabar con sus vidas.
A cargo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los Cascos Azules constituyen una fuerza multinacional enviada a países en conflicto con el fin de supervisar el cumplimiento del alto al fuego, desarmar a los combatientes, proteger a la población civil y velar por la seguridad en el territorio.
Por: Francisca Babul Guixé
En 1947, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) instala en Grecia su primera operación de paz. Bajo el nombre de UNSCOB (United Nations Commission for the Balkans), se estableció una fuerza multinacional conformada por miembros de Australia, Brasil, China, Estados Unidos y México, entre otros. ¿Su misión? Supervisar el cumplimiento del alto al fuego, desarmar a los combatientes, proteger a la población civil y velar por la seguridad en el territorio. Para diferenciarse de los cuerpos militares, optaron por la utilización de colores distintivos y fácilmente reconocibles: vehículos blancos y cascos azules. Desde entonces, las operaciones de paz a cargo de las Naciones Unidas se conocen, simplemente, como Cascos Azules y, en la actualidad, se desempeñan en amplias zonas de Medio Oriente, África y Centro América. Si bien han sido distinguidos internacionalmente (Premio Nobel de la Paz en 1988 y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1993), no están ajenos a las polémicas. En Haití, Chad y Guinea, por ejemplo, integrantes de los Cascos Azules han sido acusados de abuso y explotación sexual contra la población.
Estas paradojas motivaron al director Antonio Altamirano (“El señor Galíndez”) –fundador, además, del Festival de Artes Cielos del Infinito- a trabajar en torno a la necesidad y eficiencia de las llamadas misiones de paz. Para ello, tomó como base el texto “Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe” del dramaturgo uruguayo Santiago Sanguinetti (1985). La compañía Teatro Amplio, a cargo de Altamirano, tuvo su primer acercamiento al trabajo de Sanguinetti el año 2014, cuando lo invitaron a Chile a realizar una primera residencia. Fruto de esa visita nació la obra “El Gato de Schrödinger” que se estrena este mes de mayo en La Comedia Nacional de Montevideo, dirigida por el propio Sanguinetti.
“Uno de los objetivos del grupo es trabajar con autores latinoamericanos. Y la obra de Sanguinetti nos despierta una gran cercanía en términos generacionales y políticos. Lejos de agradar al típico espectador teatral, y lejos de enunciar grandes verdades políticas, sus obras incomodan. Se trata de un teatro que entretiene, pero molesta. Que retiene al espectador para defraudarlo”, explica Altamirano.
Esta vez bajo el título de “Casco azul”, la obra narra las peripecias de cuatro soldados que deben cumplir una misión de paz en Puerto Príncipe, Haití. Entre posibles ataques zombis, muñecos vudú, lecturas de Hegel, apagones sorpresivos y cruceros de lujo que se acercan al área, los cuatro personajes (interpretados por Juan Pablo Miranda, Rodrigo Soto, Nicolás Zárate y Pablo Manzi) harán todo lo que está a su alcance para resistir el levantamiento local armado que busca acabar con sus vidas.
A juicio de Altamirano, la historia de Haití es reveladora. Cuando Cristóbal Colón llega a América en 1492, una de sus naves encalla frente a las costas de la actual Haití. Allí desembarcan algunos españoles con la misión de buscar oro hasta que el propio Colón regresara por ellos después de un año. Al siguiente viaje, Colón se encuentra con un fuerte incendiado y todos los españoles asesinados. “Haití es el primer lugar donde se produce un encuentro bélico intercultural”, reflexiona Altamirano. En 1804, gracias a la revolución antiesclavista liderada por Toussaint Louverture, Haití es el primer país en toda América Latina en independizarse. “Por segunda vez, Haití como foco bélico revolucionario. ¿Por qué no imaginar, entonces, una nueva revolución en esta tierra caracterizada por las revoluciones cíclicas y permanentes? Las condiciones de injusticia social, económica, sanitaria, política y militar a las que está sometido el pueblo haitiano parece ser el caldo de cultivo necesario para la explosión de la debacle. ¿Cual es, entonces, el trabajo de la ONU en Haití? Si toda la ayuda humanitaria se otorgara a organizaciones civiles otro Haití se estaría reconstruyendo”, finaliza.
Dónde: Teatro de La Palabra. Crucero Exeter 0250, Barrio Bellavista
Cuándo: 24 de mayo al 2 de junio
Hora: 20:30 hrs.
Precio: $6.000 general / Estudiantes y tercera edad $4.000